El amor, eso que parece tan fundamental en la vida de todos y cada uno, de lo que no se para de hablar, a partir de lo que no se deja de crear, lo que siempre se busca y se desea, cuya carencia ocasiona los mayores sufrimientos…no parece que procure siempre el bien. Y cuando lo procura, no se llega a saber con certeza de qué manera ocurrió, cómo aprehenderlo o conservarlo en el tiempo, cómo repetirlo… De hecho, eso que llamamos amor, a veces procura el mal y otras lo peor…porque, literalmente, “hay amores que matan”. Entonces… ¿No es tan bueno como lo pintan? ¿Hay un amor bueno y otro malo? ¿Hay diferentes tipos? ¿Se trata de saber diferenciar el auténtico del que no lo es? ¿Dónde está el malentendido o la trampa?
En el diccionario de la RAE aparecen 14 acepciones de la palabra amor. La primera dice así: “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. En cada una de las otras, aparece el matiz de una alusión a algo que tiene que ver, de alguna forma, con la inclinación del individuo humano hacia otro ser, humano o no, o hacia algo. Lo común a todas es el elemento de una inclinación o vínculo con alguien o algo que está por fuera de quien lo experimenta.
En su Seminario 20, titulado Aun, Jacques Lacan se pregunta cómo es posible que, partiendo de la estructura narcisista que Freud propuso del amor, pueda haber amor por un otro. ¿Cómo se llega a hacer el tránsito del amor narcisista al amor por un otro? Con este "amor por un otro" Lacan no está queriendo decir "dirigido a otro", ya que el amor narcisista puede ir dirigido a otro, pero veamos de qué manera y cuál es el estatuto de este otro que puede ostentar un amor no narcisista.
Para Freud, todo amor tiene como base el vínculo originario con la madre (primer objeto de amor tanto para hombres como para mujeres) y su estatuto perdido y prohibido. La vida amorosa de quien no trascendió este amor, podíamos decir, infantil o inmaduro (y narcisista) estará basada en la búsqueda inconsciente del reencuentro con ese goce completo, mítico, sin tacha y, a su vez, prohibido, que supuestamente tuvo lugar para el sujeto, de alguna manera, en algún momento o que, según defiende Jacques Lacan, nunca se produjo (por eso lo de mítico), pero que, en lo estructural funciona de igual forma, dando lugar a la búsqueda imparable de un "paraíso perdido", seguramente, desde siempre.
En esta línea ocurren los amores o encuentros amorosos más o menos desafortunados y sufrientes, desde los más cotidianos y adaptados a aquellos que estarían del lado de lo dramático o lo trágico. Están basados en una dinámica en la que, después de ese periodo de ilusión de completud llamado "enamoramiento", suelen aparecer los siguientes elementos: Por una parte, demandas, reproches, exigencia o quejas, del lado de quien experimenta sentimientos crecientes de enfado y frustración, no subsanados, sino todo lo contrario, por quien, desde una posición sumisa, por otra parte, suele estar dispuesto a dar o a ceder con el fin de satisfacer tales demandas o apaciguar tales quejas. En esta dinámica puede ocurrir un sin límite en el pedir y en el dar, debido a que lo que cada uno busca en el otro, inconscientemente, es decir, sin saberlo, es este “paraíso perdido” del goce mítico primitivo , que siempre se escapa por mucho que se le persiga.
Una pareja atrapada en esta dinámica estragante , puede llegar a ser un equipo firmemente comprometido en una lucha sin cuartel por sostener un ideal de completud , al que ambos pueden entregarse en cuerpo y alma y por el que pueden estar dispuestos a sufrir sin medida, siendo este sufrimiento el tributo que cada uno paga por no renunciar a tal ideal: Encontrar en el otro la “media naranja” que le faltaría para que no le faltase nada, como si esto (el que a alguien no le falte nada) pudiera ser posible. Es el malentendido del enredo narcisista del amor.
Puede haber otras formas de enredo en este malentendido, como, por ejemplo, la sustitución metonímica de unas parejas por otras y la renuncia al amor por diferentes motivos (Inhibiciones, miedos, rechazo, timidez, desencanto, etc.)
Pero se sabe que, por fortuna, el amor ofrece, también, posibilidades más felices , aunque nunca exentas de dificultades y de dolor. Son aquellas que se sitúan del lado del amor a alguien que ya no es un elemento más en la metonimia sustitutiva del objeto primario, y que puede ocupar, por tanto, un lugar singular y especial para el que ama. Paradójicamente (ya que el amor suele idealizarse), esto ocurre cuando caen los ideales y el amado adquiere las dimensiones humanas de alguien con sus peculiaridades y sus faltas y el amante puede amar desde las suyas.
La transformación que haría posible acceder a este amor más feliz (o "menos tonto" según Lacán lo nombró en su Seminario 21 ), corre a cuenta del amante y no del amado, es un proceso subjetivo y singular de cada uno y no siempre ocurre. A veces, solo un trabajo terapéutico especializado puede posibilitarlo. El psicoanálisis y la psicoterapia de orientación psicoanalítica están especialmente indicadas para ello, debido a su vocación por lo singular y a su incidencia en el cambio necesario de posición subjetiva que posibilitará formas nuevas y mejores de vínculo.